4 relatos by Arturo Pérez-Reverte

4 relatos by Arturo Pérez-Reverte

autor:Arturo Pérez-Reverte [Pérez-Reverte, Arturo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T00:00:00+00:00


El doblón del capitán Ahab

A Javier Marías

Llevo en el bolsillo el doblón de oro del capitán Ahab. Muchas veces remé hacia la ballena, con el cuchillo entre los dientes, sintiendo en la espalda la respiración entrecortada de mis compañeros mientras Queequeg, erguido en la proa, apuntaba el arpón al lomo de Moby Dick. Otras salté desde la barquilla de un globo en el cielo de África, para aligerarlo de peso y salvar la vida de mis amigos, me cubrí con la máscara de Scaramouche o aguardé el asalto de los indios hurones tumbado en la hierba de la pradera, la culata del mosquete pegada a la cara, mirando de reojo el rostro sereno y picado de viruela de Lewis Wetzel, el implacable matador de hombres. Y en más ocasiones de las que puedo recordar vi hundirse el sol en el mar agarrado a la jarcia de Hispaniola, salté por la borda del Patna en lugar de ese chico, Jim, me cañoneé a tocapenoles desde la fragata Surprise, o atravesé con mi espada al pirata Levasseur en una playa del Caribe. A ustedes les asombraría mi currículum, caballeros, si se lo contara completo. Aquí donde me ven, he visto cosas que otros se limitan a soñar: naves ardiendo más allá de Orión y toda la parafernalia, no sé si me explico. Pero me temo que harían falta innumerables veladas como ésta para pasarle revista a todo eso. De cualquier modo, aquí, en la veranda del hotel Raffles, se está cómodo; la temperatura resulta agradable, y la Bombay azul que nos sirve el camarero malayo es tan perfumada como la noche que nos rodea con sus luciérnagas, sus ruidos de la selva próxima y demás. Hasta me parece oír a lo lejos, escuchen, el rugido de Shere Khan. Así que déjenme encender la pipa, hagan arder sus cigarros, acomódense y oigan lo que puedo referir, si gustan. Y recuerden, sobre todo, que nada de lo que les cuento puede mirarse con ecuanimidad desde fuera. Quiero decir que para ciertas cosas es necesario un pacto previo. En las novelas de aventuras, por ejemplo, el lector debe ser capaz de incluirse en la trama; de participar en el asunto y vivir a través de los personajes. Mal asunto si va de listo, o de escéptico. Si un lector no es capaz de poner en liza su imaginación, de implicarse y establecer ese vínculo, aunque sea resabiado y sutil, entonces que ni se moleste en intentarlo. Se va a la novela, y en especial a la de aventuras, como los católicos a la comunión o como los tahúres al poker: en estado de gracia y dispuesto a jugar según las reglas del asunto. Y así, entre muchas posibles clases, divisiones y subdivisiones, los lectores se dividen básicamente en dos grandes grupos: los que están dentro y los que se quedan fuera.

Pero disculpen si me voy un poco por las ramas, caballeros. Sí, beberé un poco más de esa ginebra, gracias. Me disponía, estaba diciendo, a



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